Una vez viendo hermoso atardecer por detrás de la montaña, le pregunté a Dios, ¿Padre, si fueras un elemento de la naturaleza, cual serías?... Esperé por un tiempo, todo se tornó silencioso, el viento detuvo su rápido caminar, los árboles ya no platicaban entre sí, y los pajarillos dejaron de cantar. Fue cuando escuché muy dentro de mi, pero era como si toda la naturaleza pudiera escuchar también, entonces me dijo "Hijo mío, yo soy el fuego que quema lo viejo para transformalo en nuevo, soy el aire que respiras y que te abraza, soy la tierra que pisas, que te da de comer y te sostiene, pero también soy el agua que te purifica, sacia tu sed, que te dejó limpio de pecado en tu bautizo y te inicio en el caminio del bien, soy el mar: imponente, grande, majestuoso, caminante, soy la ola que toca tus pies cuando te acercas a la orilla, soy la brisa que te rosa tu cuerpo, pero además soy como el marea alta que golpea con furia la costa, mira a tu alrrededor y todas las cosas bellas que en él hay, yo soy todo eso, soy la más bella experiencia que cualquier ser humano puede tener. Mi amor es pura y lindo como el atardecer en la playa, soy amor" - ahora hijo mío, ¿Aún Quieres saber cual elemento natural debo ser y cual no?.
En ese momento los árboles comenzarón a conversar entre ellos, los pajarillos cantaron aún más alegres, un hermoso arco iris destacó al fondo de aquella montaña, que me sonreía y yo le sonreía a ella cariñosamente, el viento corrió con más fuerza y me acariciaba tiernamente, me abrazó. Fue cuando entonces comprendí que más allá de la imponencia que pueda dar tener una montaña, una llama de fuego, una ráfaga de viento o la majestuosidad de una ola en el inmenso mar, están todos los símbolos y señales que Dios nos da para que veámos el gran amor que Dios nos tiene.
En ese momento los árboles comenzarón a conversar entre ellos, los pajarillos cantaron aún más alegres, un hermoso arco iris destacó al fondo de aquella montaña, que me sonreía y yo le sonreía a ella cariñosamente, el viento corrió con más fuerza y me acariciaba tiernamente, me abrazó. Fue cuando entonces comprendí que más allá de la imponencia que pueda dar tener una montaña, una llama de fuego, una ráfaga de viento o la majestuosidad de una ola en el inmenso mar, están todos los símbolos y señales que Dios nos da para que veámos el gran amor que Dios nos tiene.
ATREVETE TÚ TAMBIÉN AMARLO.
Christian Chacón P.
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